Vamos con una receta de esas sanotas que
tanto me gustan. Como siempre, muy fácil de hacer y esta vez con un toque especial:
la tahína. Es además un plato vegetariano.
Aún hace calor, pero os confieso que yo
tengo unas ganas de otoño que no puedo. Me encanta ese mini frío propio de la
estación que se avecina. No tienes que ir forrada de abrigo, pero sí hay que
taparse ya con una mantita. Empieza la lluvia (o eso espero) y el campo empieza
a oler a gloria. Indudablente, es tiempo de cremitas y sopas (¡aunque yo no las
dejo de comer en verano!)
Esta receta la descubrí el otro día leyendo
la revista estrella de este viaje, el Whole
Living, cómo no, de Martha Stewart.
Con todo el estilazo de la clásica Living, pero modernizada al estilo de la actual
vida sana. Con recetas saludables y trucos para llevar una vida integral y lo
más ecológica posible. Es un verdadero dulcecito.
Que no os asuste el verde. La receta está
muy rica y el único lácteo que lleva es un poco de queso parmesano. Es baja en
calorías y bastante sana. Como ingrediente más especial tiene tahína o pasta de
sésamo, un auténtico pelotazo de calcio sin las calorías que aporta la leche de
vaca.
INGREDIENTES:
-
1 puerro a rodajitas finas
-
1 litro de agua o caldo de
verduras
-
400 gr. de flores de brocoli
picaditas
-
400 gr. de espinacas
-
75 gr. de queso parmesano
rallado
-
2 cucharadas colmadas de tahína
-
aceite de oliva, sal y pimienta
Rehogamos el puerro en un poco de aceite de
oliva y sal. Cuando esté blandito añadimos el caldo o agua y damos un hervor.
Añadimos el brocoli y cocinamos tapado, a fuego medio, hasta que esté hecho.
Apartamos.
Añadimos las espinacas, el queso y la
tahína y dejamos entibiar. Pasamos todo por el pasapuré y ponemos a punto de
sal y pimienta. Yo lo serví con una lasquita de parmesano recién cortada. ¡Y a
disfrutar!
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